martes, 26 de agosto de 2008

Comentario de Maria Isabel Sabat Garibaldi



Esta suerte de Arte Naif de gran tamaño
es el regaloque Damián nos hace,
a través de su ojo captor de la alegría de vivir,
estampada en el cartón,
en la tela,
en el material más inusual
que se haya podido encontrar esa mañana,
al pasar,
en la esquina de su Taller,

abierto
para quien quiera entrar
y corroborarlo,
haciendo uso de alguno,
si es de su deseo,
dándole,
también,
tres o cuatro pinceladas.

Damián pinta, porque pinta.
Sin
explicaciones,
ni alharacas,
él mismo,
es la explicación de su pintura.

Damián es pincel y óleos (sus amados óleos),
y casi no le es preciso soporte alguno,
para desplegar el reino del colorido y
del misterio sorpresivo de sus joviales formas.

Todo
presenta
un panorama
ordenado,
desde los niños, hasta los patos o
el mate que hace su aparición en primer plano.

Pero no es un orden que pretenda estructurar
nada,
todo
lo contrario,
es un orden de los valores no sólo tonales,
que surgen de su obra
que lo hacen viajar por andariveles
de sueños
un poco
solitarios.

Por eso, invito al lector,
a que, si es de su gusto, compre pasaje para el mundo
de Damián Ibarguren,
sin boleto de retorno, pues allí hallará
desde
la lancha que unía las dos orillas del Rio Uruguy,
hasta la sucesión: Biblioteca Nacional, Universidad,Capilla de Ladrillos,
encuentro edilicio tan característico
de nuestra ciudad,
desde ciudades macroencefálicas,
hasta frescas escenas de la campiña.

Todo con gente en acción.

Despierta la inquietud espiritual.
Desajusta lo esquemáticamente establecido.
Pide más, de todos y
si algo no le gusta,
le roba "la Vespa" a la familia de su cuadro
y se va a donde esté el cielo descubierto,
para pensar en algún recuerdo de la infancia,
NACIDO
en la lejana Suecia, o en Fray Bentos,
para transformarlo en
otra
ODA
A LA FELICIDAD

de la plástica y
del
A R T E .

MARIBEL SÁBAT
Curadora