jueves, 23 de octubre de 2008

A Story to see. Una historia para ver

Esta es la historia, espero que la puedan seguir. Hace un año atras mas o menos, me invitaron a participar de un proyecto de internacional A story to see, http://www.astorytosee.com/ donde veran cada pintor va pintando una pagina de la historia. Se trata que cada pintor tome un elemento de la imagen anterior para desarrollar su trabajo, no hay otra limitacion. Como veran en algunos casos ese elemento no es siempre facil de seguir. Yo tome el tema del agua, los peces, las bocas abiertas y los humanos. Generando este cuadro que es el salto Jump al proyecto.

This is the story, I hope you can follow it. A year ago, more or less back, I was invited to participate in a proposed international AStory to see, http://www.astorytosee.com/, where each painter is painting a page of history. It is that each artist takes an element of the image above to carry out their work, there is no another limitation. As you can see in some cases will that element is not always easy to follow. I take the issue of water, fish, mouths open and humans. Generating this table is the Jump to the project.


Mi amigo Mario en su faceta de columnista de el diario el Pregonero de Rio Negro, tomo el cuadro que hice y lo relaciono con el salto a la piscina que hicimos en en encuentro de pitores de Piedras Coloradas. Pueden ver algunas fotos en mi publicacion anterior.
Este es el articulo de Mario.
Saludos
Damian

My friend Mario as a columnist for the daily El Pregonero of Rio Negro, took the painting and link it to the jump in the pool in which we encounterof painters in Piedras Coloradas. You can see some photos in my previous publication. This is the article by Mario that I have not even translated.
Greetings
Damian

POSTALES PARA UN MUNDO MEJOR
DAMIÁN IBARGUREN

Hace algunos días nos vimos embarcados con Damián en la realización del primer encuentro de Pintores en Piedras Coloradas, un acontecimiento que a mi ver debería de concitar a cualquier artista a sentirse imbuido en el análisis profundo del estado en el que nos encontramos frente a un paño socio-cultural que tiende a dejarnos como hábitat natural el sector de los remiendo, el de las viejas manchas de grasa. Con esa perspectiva, con esa puerta abierta hacia inevitables divagues filosóficos, yo pretendí emprender el viaje del dialogo de taller, de amistad con Damián, grande fue la sorpresa cuando al poco rato me vi (metafóricamente, nos vimos) sentado a menos de la mitad de aquel elevadísimo camino de posibles disertaciones semejantes a todas las que el hombre ha realizado en su historia, con mayor o menor acierto, desde visiones antropológicas, culturales, filosóficas, siempre sociales. Definitivamente todo aquel interés en ordenar las amorfas piezas de un mundo que a pesar de tantas revoluciones, sigue transitando con pies descalzos el espinoso sendero del caos con el que llegué al taller de pintor Ibarguren, se vio desvanecido ante una frase de él, que estaba, como dice Nietzsche, “más allá del bien y del mal”, unas pocas palabras que tenían el sabor (lo sé por la experiencia que me dio vivir siempre en el interior) que tienen los vocablos de los hombres sabios que aconsejan a sus nietos sobre cosas tan importantes, como preverse de la crecida de los arroyos, o cuidar de la familia de la forma más honrada, las palabras de Damián respondiendo a mis preguntas recurrentes fueron éstas:
“yo soy el que se tiro a la piscina”

En el encuentro de Artistas, mientras todos estábamos ensimismados pintando, Damián se tiro a la piscina, y él se descubrió en aquel acto desprendido de imposturas atrozmente pesadas, de viejas mascaras, de convenciones que siempre terminan por atentar contra los hombres que añoran la libertad, porque además saben que su libertad no le haría daño a nadie, como a nadie le hace daño la libertad de un niño. Se descubrió a sí mismo, como se descubrió pintando un día hace unos 8, quizá 10 años.
Ibarguren pinta casi de la misma manera que se tira a las piscinas, sin el peso impertinente de la historia del arte, sin demandas explicitas, aunque por supuesto las demandas implícitas siempre laten en el pincel y terminan por quedar pegoteadas con rabia detrás de la pintura más calida cuando la obra pertenece a un “pintador” (como dice Damián) que trascienda el mero hecho de pintar, que tenga algo para decir. Damián tiene que decir, pero a diferencia de casi todos, de muchos, de la mía misma, lo dice con sus “postales para un mundo mejor”, no escarba en la llaga para sacar el pus, no nos deja registros de sus ingresos al averno, es de alguna manera piadoso con nosotros, no nos revela las imágenes de nuestros más repugnantes errores, por el contrario, como un Mesías del pincel, nos va creando un evangelio de colores mucho más humano, ante el cual el hombre debería de redimirse ante sí mismo, ser libre, vivir, disfrutar de su propia existencia en la continuidad de su respiración, y no en la casualidad de un salto a la piscina.

En sus “postales para un mundo mejor” Ibarguren nos revela una bellísima alegoría a esas pequeñas cosas que contribuyen eficazmente a espantar nuestra férrea angustia existencialista, nos reclama – ocultamente – paz, pero también este “pintador” hace reclamos de mayor carga de utopía, no solamente nos muestra a nosotros como hombres las postales precisas para comprender las verdaderas razones de nuestra brevísima vida, le muestra a un hipotético “creador supremo”, la construcción de un planeta sustancialmente más poético, cargado de curvas blandas que hacen de la perspectiva un lúdico deambular por la obra, como si el mundo fuera un tubo, y viviéramos dentro de ese tubo, ya no en el exterior de una esfera que rota y se traslada eternamente en el universo, en un tubo, en la intimidad de un espacio cerrado, al calido cobijo de nuestra propia tierra.


Mario L. Sarabí

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